lunes, 8 de febrero de 2010

Gracias, Carnaval


Málaga está repleta de buen humor allá por donde pases. Una buena muestra de ello es nuestro Carnaval. He podido vivir en directo la Final del Concurso, que yo mismo presenté hace ahora un año en el Teatro Cervantes, y he disfrutado mucho. Me he reído, me he emocionado y, en definitiva, lo he pasado en grande.

Gran culpa de ésto la tienen los tres primeros premios en la modalidad de murgas: Los Manitas levantá; Asociación Rociera: Mandelita Colorá, y Academia de baile: Manolito España, por ese orden.

Soy un fanático, un apasionado de esta fiesta, el Carnaval, porque juega con la libertad, el ingenio, el sarcasmo, el humor, la ironía…

Sin esa mágica poción sería imposible pensar en unos zimbaweños rocieros, unos saeteros en pleno febrero, o una academia de baile de niños algo creciditos comandados por un profesor un tanto “rarito”.


Cierra los ojos y ríe conmigo:

*Imagina a una tribu rociera, una hermandad rumbera que hace el camino desde Zimbawe hasta Huelva andando y claro… Llegan al Rocío para acostarse y es que salieron el 16 de enero… del año pasado.

Ungakacaguangakagunga, ¡VIVA!

A su paso por Málaga, como no encontraron la ermita del Rocío, decidieron quedarse aquí, en el Paraíso.

Dentro de la tribu hay Massais y Pigmeos, entre otros, pero todos destacan por tener el miembro tan largo que al ponerse el taparrabos dejan un surco: es ése el rastro que siguen luego los peregrinos en el Camino.

Como la tribu llegue a ver a la Blanca Paloma… Se la comen…

Fueron a hacerse un tatuaje de la Virgen del Rocío, pero como son tan renegríos ni se les notaba en la piel…

Allí están acostumbrados, en Zimbawe, a comer jamón de pata cebra.

“Alguien se muere en el agua, cuando le muerde un caimán” o “Virgencita del alma querida una cosa te quiero pedir, para mayo del año que viene, por favor, ven a verme tú a mí” son otros dos ejemplos de las perlas que dejan en su repertorio en forma de cuarteta durante el popurrí.

Son fieles caminantes, pero prefieren dejar huellas en nuestro corazón que en el camino…

*Ahora deja volar tu imaginación hasta lo alto de un balcón, piensa en esos saeteros “que lo llevan dentro”, que cantan saetas, pero en Carnavales.

“Quien me presta una escalera para subir al balcón, no es para cantar saetas, es que mi niño ha empeñado el balón”

Con mucha ironía y sentimiento carnavalero le dicen al alcalde que no levante más calles, a ver si encuentra ya el tesoro. Si a ellos les tocara un cupón, aunque les guste el dinero, se lo darían al alcalde, para tapar agujeros.

Fueron a Sevilla a cantarle a un trono y cuando salieron al balcón vieron que no había hombres de trono y habían robado los ocho varales. Es que en Sevilla no hay tronos normales…

Les gusta mucho cantarle a Vírgenes, incluso al aceite virgen, donde no cantan es en el Club Gala, porque vírgenes hay pocas.

Son muy despistados porque un día fueron a cantarle a Servitas y confundieron al trono con las hijas de Zapatero.

Son tan pesados cantando que el Cristo prefiere a los romanos que a ellos.

Cobran 1000 euros por cada sitio donde van a cantar saetas, excepto al Scándalo que van “de gratis”.

Saben también cantar en Valenciá y es que “el valenciá es mu fá, tú solo tienes que decir de las palabras la mitá”. Por ejemplo: Cin x Cin = Veinticin. Pues por el culo te la HIN…

Tienen tantas medallas colgadas, que eso más que un pecho es un itinerario.

Aunque son de Semana Santa, cambian las saetas por los cuplés.


*¿Qué pasaría ahora si nos sacaran una sonrisa unos peques que son obligados por sus madres a recibir clases de baile?

Visualicemos a unos niños que son entrenados por un profesor con pluma para bailar en la fiesta de fin de curso.

Los vemos bailar bulerías o aprender sevillanas al ritmo de “Riá Pitá”, “Punta Tacón” y “cojo la manzana me la como y la tiro.

Ellos preferirían estar apuntados a fútbol, porque pidieron un Tango, pero el balón, no el baile y su madre se confundió.

Han estado bailando en muchos sitios, por ejemplo en El Torcal de Antequera, famoso por las autoescuelas.

Como son tan pequeños les gusta jugar con los juguetes escondidos de su hermana, que tiene en el cuarto “globos de colores” o un “cohete” sin pilas, porque no vuela, sólo vibra.

Cuando su mamá los lleva al baile con tanta obra en Málaga el GPS hasta tartamudea.

Su madre con los botines les tiene amargados, porque en seis años no se los ha cambiado, “¿no estás viendo mamá el estirón que he pegao?”

El día de Reyes se pidieron la Play y cuando vieron el juego… Era el de Fama: A bailar. Los muertos de Baltasar.

GRACIAS CARNAVAL POR REINVENTARTE Y HACER QUE CADA AÑO TE ESPERE CON MÁS GANAS

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