lunes, 21 de septiembre de 2009
De paseo por Amsterdam
Ahora sí. Ya está aquí. Aquí empiezan lo que, desde hoy, serán mis viajes, mis reflexiones, mis paranoias, mis ericordioso, EL BLOG DE TOMÁS GARCÍA.
He estado en Holanda, visitando a mi amigo Luis y la verdad es que el país es bonito. Pero me quedo con España, con el español (el idioma) y la española (la aceituna). Porque es eso lo que más se echa de menos al salir de nuestro país, la comida.
Precisamente en Amsterdam hay un Barrio de color rojizo especializado en comidas, pero donde esté nuestra tortilla… Ésa que te hace tu madre con dos huevos que parecen de avestruz; o el arroz a la cubana, que a mí me encanta porque lleva salchichas con huevos y dice mi abuela que lo que se come, se cría.
Mi colega el valenciano afincado en Leeuwarden (un pueblecito que he tenido que buscar su nombre para escribirlo) me llevó a comer comida típica holandesa… al Wok. Estoy hasta los eggs de la comida oriental, se me están "achinando" los ojos, ya está bien, que yo de China nada más que conocía la tinta y por las bromas en el Día de los Inocentes.
Creo que ya deberían parar de abrir restaurantes chinos. Bueno Kebab y Showarmas también, que aunque no tiene nada que ver, me he acordado de que ya hay bastantes.
Encima la misma chica, que tenía los ojos como dos puñaladas en un cartón, que me sirvió la ternera con bambú, luego me intentó vender tres rosas de madera, un chupete con luces y sonido, y una marioneta de un pato que sacaba la lengua. Todo esto lo iba sacando de una única bolsa del Mercadona. Que me extrañó, porque recuerda que esto pasó en Holanda. Pero es que llego a Málaga y está esa misma chica trabajando en una tienda, donde antiguamente ponía CHOLLOS pero ahora pone MENAJE XING WONG.
Volviendo al susodicho Barrio Rojo de Amsterdam, allí me han contado que hay chicas con poca ropa (y de la talla XS) en los escaparates, como el que se para en Zara y se encuentra que al maniquí le han robado el jersey y los vaqueros.
Encima en los Países Bajos, todos los hombres son altos y tienen nombres raros, así como de muebles de Ikea. Buf, yo lo siento, pero el holandés ni trato de hablarlo, ni trato de oírlo y Nitrato de Sodio.
Lo que menos me gustó es que sales por la noche en cualquier país de Europa y en las discotecas para echar las copas hay dosificadores. En España mola más, porque está el cliente en la barra con la mano ¡¡sube, echa más, “como si fuera pa ti”!!
En Amsterdam no se puede beber cerveza por la calle. O sea, legalizan los porros y las setas; le dan el OK a la marihuana y al chocolate, pero no te tomes una cervecita que te metemos preso. Esta gente está majara.
¡Yo prefiero nuestro botellón!
Por cierto, ¿alguien sabe qué coño es el menaje?
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