martes, 8 de diciembre de 2009

¡Viva el francés!


Hola, soy el de antes. En Francia todos hablan francés, los niños desde pequeñitos, que mérito. A mí me costó seis cursos.

Llego a Toulouse y la recibida fue muy cálida, vamos, que nos pusieron calientes. A mi amigo José Ramón y a mí decidieron tatuarnos gratuitamente El Guernica en el rostro. Pero para quitarnos el mal rato nos fuimos para casa con un futbolín, el típico recuerdo de una noche de marcha… Un futbolín.
Los trenes que cruzan la frontera son un poco arcaicos, parecen ir a pedales. Anunciaron un estreno y pusieron la peli “Matilda” en formato beta. El Metro en Toulouse sí que está mejor porque a 2 horas y 45 minutos le llaman ellos “Parada momentánea”. He descubierto que soy realmente bueno montando en bici. Mi amigo JR, en cambio, es un paquete.

Hemos hecho varias visitas que son dignas de mención. La primera al cine a ver la sexta entrega de la mejor saga de la historia, la cual no nombro porque ya has deducido cuál es por la definición anterior. Entramos al Casino, que es una palabra que se dice y escribe igual en todos los idiomas. Pasa como con la palabra “idiosincrasia”, que también se escribe igual hasta en koreano. O no. Lo que no diré es si ganamos o perdimos pasta, porque tengo costumbre de vacilar solo cuando salgo con beneficios. Fuimos también a la “Ciudad del Espacio”, en donde hay dos posibles maneras de entrar: pagando 20 euros, como los europeos; o colarte por la cara, como los españoles. Tampoco voy a desvelar qué decidimos nosotros.

El último día asistimos a una fiesta belga, donde los invitados de esta nacionalidad sacaban su pene al aire para celebrar que estaban borrachos. Si cogemos esa costumbre en España… Por favor, que empiecen ellas.

Por cierto, si Murdock y M.A se resfrían, ¿tienen la Gripe A?

¡Fomentemos el francés… natural!

martes, 27 de octubre de 2009

Tomás García en Rumanía


Confirmado. En Rumanía sigue habiendo población activa. Viva. He estado visitando a mi colega Pablo, que "estudia" en Cluj-Napoca. Un antequerano afincado en Cáceres que este año eligió este atípico destino en su año "Orgasmus". Esta ciudad tiene un aeropuerto pequeño: cómo será el frenazo que pega el avión al aterrizar, que creí que el piloto había visto un radar.

La moneda es el RON (o el Lei), pero yo como buen español prefiero llamarlo RON (¿cuánta gente espera aquí que haga alguna broma del alcohol? Pues no, no la haré).

Y una noche, hartos de gastar monedas en RON, de repente hubo un apagón en una macrodiscoteca. Fue el único momento de la noche en que no vi ni a una sola mujer fea. Ni guapa, vamos que dejé de ver en general. La gente gritando a oscuras en un perfecto castellano, ¡poned
una de Luz Casal! Es una verguenza que hoy en día, en pleno siglo 14, salten los plomillos de un lugar público así como así. Eso es infrahumano. Me recordó a cuando mi hermana enchufa la plancha del pelo, el secador y el Lissima de Rowenta, que no enchufa más cosas porque en casa no tenemos más enchufes.

Bueno a lo que iba, las rumanas son guapas, pero cuando no quieren nada contigo te hacen la cobra, pero La Cobra Illie, como el mítico jugador valencianista nacido en el país que nos ocupa.

También visitamos otras dos localidades en Transylvania , Brasov y Bran.

En Brasov hace frío. Pero no de "por la tarde refresca, hará fresquete..." No. Mucho frío. Se ve que allí los grados no están de moda. El que abra una tienda de braseros se forra. Quieras o no vienen de la misma familia, la ciudad y el aparato en cuestión.

Fuimos en tren y una de las paradas era en mitad de una granja. Así, como lo lees. A mí se me puso la carne de gallina; las gallinas con la carne de humano, bueno bueno, un follón. Todo muy bonito y tal, pero lo que menos me gusta del turismo es pasear. ¿Andar por andar? Prefiero que me lleven En Brasov (lo siento, tenía que escribirlo).

Y Bran se tarda menos en visitarlo que en escribirlo. Fuimos a la fábrica de cereales All-Bran, pero estaba cerrada, así que anduvimos hasta el Castillo éste de los años... bueno, de hace ya bastante tiempo, vamos. Entramos a un pasaje del terror, pero, sin faltar, los rumanos dan más miedo sin careta.

Drácula está bien, pero yo siempre he sido más de Pictolín.


Como dice una amiga y hoy más que nunca.. ¡me piro VAMPIRO!

lunes, 21 de septiembre de 2009

De paseo por Amsterdam


Ahora sí. Ya está aquí. Aquí empiezan lo que, desde hoy, serán mis viajes, mis reflexiones, mis paranoias, mis ericordioso, EL BLOG DE TOMÁS GARCÍA.

He estado en Holanda, visitando a mi amigo Luis y la verdad es que el país es bonito. Pero me quedo con España, con el español (el idioma) y la española (la aceituna). Porque es eso lo que más se echa de menos al salir de nuestro país, la comida.

Precisamente en Amsterdam hay un Barrio de color rojizo especializado en comidas, pero donde esté nuestra tortilla… Ésa que te hace tu madre con dos huevos que parecen de avestruz; o el arroz a la cubana, que a mí me encanta porque lleva salchichas con huevos y dice mi abuela que lo que se come, se cría.

Mi colega el valenciano afincado en Leeuwarden (un pueblecito que he tenido que buscar su nombre para escribirlo) me llevó a comer comida típica holandesa… al Wok. Estoy hasta los eggs de la comida oriental, se me están "achinando" los ojos, ya está bien, que yo de China nada más que conocía la tinta y por las bromas en el Día de los Inocentes.

Creo que ya deberían parar de abrir restaurantes chinos. Bueno Kebab y Showarmas también, que aunque no tiene nada que ver, me he acordado de que ya hay bastantes.

Encima la misma chica, que tenía los ojos como dos puñaladas en un cartón, que me sirvió la ternera con bambú, luego me intentó vender tres rosas de madera, un chupete con luces y sonido, y una marioneta de un pato que sacaba la lengua. Todo esto lo iba sacando de una única bolsa del Mercadona. Que me extrañó, porque recuerda que esto pasó en Holanda. Pero es que llego a Málaga y está esa misma chica trabajando en una tienda, donde antiguamente ponía CHOLLOS pero ahora pone MENAJE XING WONG.

Volviendo al susodicho Barrio Rojo de Amsterdam, allí me han contado que hay chicas con poca ropa (y de la talla XS) en los escaparates, como el que se para en Zara y se encuentra que al maniquí le han robado el jersey y los vaqueros.

Encima en los Países Bajos, todos los hombres son altos y tienen nombres raros, así como de muebles de Ikea. Buf, yo lo siento, pero el holandés ni trato de hablarlo, ni trato de oírlo y Nitrato de Sodio.

Lo que menos me gustó es que sales por la noche en cualquier país de Europa y en las discotecas para echar las copas hay dosificadores. En España mola más, porque está el cliente en la barra con la mano ¡¡sube, echa más, “como si fuera pa ti”!!

En Amsterdam no se puede beber cerveza por la calle. O sea, legalizan los porros y las setas; le dan el OK a la marihuana y al chocolate, pero no te tomes una cervecita que te metemos preso. Esta gente está majara.

¡Yo prefiero nuestro botellón!

Por cierto, ¿alguien sabe qué coño es el menaje?